Estos días han caído en mis manos varias informaciones sobre la burocracia, el excesivo papeleo que hace falta (o así nos lo imponen) para cualquier gestión. Y ya no digamos si se trata de pedir ayudas, subvenciones, permisos. Según esos estudios, basados en la pura realidad, resulta que la informática, los avances tecnológicos, no están contribuyendo a mejorar la situación; al contrario, la empeoran. Primero, porque hay muchísima gente, especialmente personas mayores en el medio rural, que no se maneja en esos territorios vaporosos, y segundo, porque Internet es impersonal, generalmente no puedes explicarle lo que quieres, el contestador va a lo suyo y te remite para dentro de "unos minutos" o te cuenta cosas que nada tienen que ver con tus pretensiones. Además, si algo sale mal no hay manera de enderezarlo pronto. No existen culpables. Entras en un lío de reclamaciones y vacíos que parece empujarte al suicidio o al asesinato. Pero, ¿a quién asesinas si allí no aparece nadie? ¿Exagero? Es posible, pero vean si no el titular de una de esas informaciones: "La asesina silenciosa de la economía". Ahí se narran los numerosas y graves daños que la mala burocracia está causando en empresas y particulares. Se asegura, incluso, que bloquea la unidad de mercado y se apunta a que también puede ser un foco de corrupción. Y se reclama un "impulso político" para mejorar la situación. Hace falta, claro que sí, pero que tenga más de impulso que de político. Lo digo porque, en Castilla y León, ha habido mucha movida política pero poco impulso. Un leve repaso a nuestro historial nos revelará que aquí se han aprobado disposiciones al menos desde el 2010, mandato de Herrera, cuando las Cortes dieron luz verde a una "Ley de derechos de los ciudadanos en su relaciones con la Administración de la Comunidad y de Gestión Pública". Es posible que el nombrecito frenara al impulso. El caso es que hubo otros intentos en 2015, 2017, 2018 y, en 2022, la Junta anunció una comisión para, entre otras cosas, "destruir barreras burocráticas" Se ve que las barreras son de hormigón porque seguimos burocratizados y acordándonos de Larra y su "Vuelva usted mañana".