La otra batalla de Netanyahu

Agencias
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El primer ministro israelí se enfrenta ahora a un inédito frente diplomático en el que algunos de sus aliados comienzan a alzar la voz en su contra para exigirle que cese sus operaciones en Gaza tras la reciente intensificación de la ofensiva

La otra batalla de Netanyahu - Foto: Marton Monus

Siete de octubre de 2023. Hamás y otras facciones palestinas llevan a cabo un ataque contra Israel que se salda con unos 1.200 fallecidos y 250 secuestrados, lo que empuja al Gobierno de Benjamin Netanyahu a desatar una ofensiva a gran escala contra la Franja de Gaza. El apoyo de la comunidad internacional a sus operaciones fue en ese momento casi incondicional, con los líderes mundiales apelando al derecho del Estado judío a responder y a recurrir a su legítima defensa.

Las hostilidades hebreas, que han dejado cerca de 54.500 muertos, 120.000 heridos y dos millones de desplazados desde entonces, han contado con apoyo diplomático y militar por parte de los aliados de Tel Aviv en los más de 600 días que se extiende la guerra. Pero algo está empezando a cambiar.

La decisión del primer ministro de intensificar en las últimas semanas sus acciones, así como el bloqueo y posterior limitación a la entrega de ayuda, están erosionando sus lazos con varios países y e incluso algunos de sus principales socios han comenzando a alzar la voz. Las críticas datan de los primeros meses de la ofensiva, si bien provinieron principalmente de naciones con relaciones menos firmes, por lo que Netanyahu mantuvo su postura al contar con el férreo respaldo de Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido o Francia, entre otros.

De hecho, la orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional (TPI) contra el dirigente hebreo por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza, de la que se cumplió recientemente un año, derivó en un inusitado debate sobre la admisibilidad de que el premier viajara a sus territorios sin ser detenidos.

En paralelo, los aliados de Israel respaldaron públicamente al primer ministro ante el caso por genocidio presentado por Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), incluido el rechazo «firme y explícito» de Alemania a la denuncia, argumentando que «no tiene base alguna» y defendiendo que su venta de armas al país no suponía colaboración alguna con las acciones israelíes en la Franja, controlada por Hamás desde 2007.

Pese a ello, el frente diplomático se reactivó en abril de 2024, cuando varios países dieron el paso de reconocer a Palestina para fomentar la solución de los dos Estados. 

Este impulso recibió un espaldarazo a finales de mayo de ese año, cuando España, Irlanda y Noruega primero, y Eslovenia, Armenia y México después, se sumaron a la causa entre críticas del Gobierno israelí, mientras que otros como Francia sopesan ahora unirse a ellos por la intensificación del conflicto.

Es más, la nación gala presidirá en un par de semanas, junto a Arabia Saudí, una conferencia internacional de la ONU en Nueva York sobre el asunto, en un momento en el que París y Tel Aviv cruzan reproches prácticamente a diario.

También Londres se ha distanciado de su posicionamiento inicial y decidió el mes pasado suspender sus negociaciones con Tel Aviv para un nuevo acuerdo comercial. 

Polémico reparto de ayuda

El discurso de algunos socios ha cambiado después de que el Estado judío decidiera a mediados de marzo romper la tregua con Hamás y recrudecer sus ataques, incluidas nuevas órdenes de expulsión y la reocupación de diversas zonas, sin que los esfuerzos de mediación hayan logrado detener las acciones.

Apenas dos semanas antes, Netanyahu había impuesto un bloqueo a la entrada de ayuda, una medida levantada hace poco con la polémica decisión de que la misma sea gestionada por una fundación apoyada por Israel y EEUU.

Y, pese a que entonces se celebró la apertura de nuevos puntos de entrega, lo cierto es que estos se han convertido en «trampas mortales», según Hamás, que denuncia la muerte de más de 100 personas cuando acudían a recoger los suministros. El Ejército hebreo admite haber abierto fuego, pero niega el número de víctimas.

Esta situación ha llevado a la líder de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen -que ha apoyado a Tel Aviv en varias ocasiones-, a tildar de «aberrante» la expansión de las hostilidades, a la espera de que los Veintisiete revisen el Acuerdo de Asociación con Israel ante las dudas de 17 países sobre el cumplimiento de los derechos humanos en el enclave palestino. 

Incluso EEUU, socio clave de Netanyahu, ha enviado mensajes que parecen apuntar a la necesidad de que reduzca sus ataques. 

Un objetivo difuso

Estos recelos se producen, además, cuando el Ejército judío parece estar más cerca de cumplir con la que era su meta, eliminar a Hamás, con la milicia descabezada tras el asesinato de sus líderes.

Pero un nuevo propósito empieza a dibujarse en el horizonte: «impedir un Estado palestino», en palabras del ministro de Defensa, al anunciar la creación de 22 asentamientos de colonos en Cisjordania. 

Mientras, el otro objetivo, el de devolver a los 59 cautivos con vida que continúan retenidos en Gaza, sigue sin cumplirse.



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