Cuando Pedro Sánchez se encuentra acorralado, saca a colación que la economía española es la mejor de Europa, la que más crece. Todavía no se atreve a decir que es la mejor del mundo mundial, pero todo se andará.
Demuestra así que no conoce la situación real del españolito medio, así que cuanto más presume de cifras y saca pecho con las comparativas de otros países o de tiempos pasados, más motivos da para considerarle un presidente poco fiable, porque vive en una ficción.
Centenares de miles de jóvenes se sienten frustrados ante la imposibilidad de cumplir su objetivo vital: un empleo que les permita hacer planes de futuro y, como sus padres, contar con vivienda propia, comprada o alquilada. Ni los salarios alcanzan -si tienen la fortuna de trabajar- ni hay viviendas asequibles. No hay, no existen. Es normal lo que era anormal hasta ahora: treintañeros viviendo con sus padres, o jóvenes compartiendo apartamento para contar con algo parecido a un techo propio.
La proliferación de inquiokupas, ante los que el gobierno se cruza de brazos, hace imposible que un ciudadano cualquiera pueda alquilar un piso, si lo encuentra, porque el propietario exige una fianza de tres meses, aval bancario y, en ocasiones, que presente un seguro que garantice el pago del alquiler.
Un porcentaje alto de autónomos se dan de baja porque hay meses sin apenas ingresos y no pueden pagar su cuota; buscan desesperadamente un sueldo fijo aunque sepan de antemano que no les cubre sus necesidades. La cuota de autónomos se ha convertido en una pesadilla.
El incremento de la cesta de la compra echa abajo todas las previsiones, no salen las cuentas; multitud de familias han reducido a la mitad sus vacaciones, la subida de precio de apartamentos y hoteles sin ningún tipo de lujos les ha llevado a conformarse con una semana o diez días y el resto de tiempo aguantan en casa. Los hay con suerte, con casa familiar en algún pueblo, donde se ha recuperado un tipo de vacaciones que siempre resulta gratificante.
La gasolina está por las nubes y subirá más, las tarifas aéreas son disparatadas, y los trenes cuestan el doble que el año pasado. Ha subido de forma exagerada el precio de los colegios, incluidos los públicos y concertados; y también la universidad, los libros y los masters que convierten en licenciados a los graduados y abren las puertas al mundo laboral.
En España, señor Sánchez, señor presidente, millones de ciudadanos no saben cómo salir adelante, se sienten desgraciados al ver que las oportunidades que tuvieron sus padres, probablemente menos preparados que ellos mismos, se le escapan ellos. Son multitud los españoles que buscan trabajo lejos de casa. No en Francia, Reino Unido o Alemania, sino en Australia, Nueva Zelanda, Hong Kong o Tailandia, tierra de oportunidades aunque dejes atrás amigos y una forma de vida.
Cada vez que Sánchez presume de lo bien que va la economía, falta el respeto a millones de españoles, jóvenes y maduros, desesperados.